Este animal simboliza para las distintas culturas prácticamente la misma cosa; la inmortalidad y la resurrección. En Egipto simbolizaba al astro Sol, que muere por la noche y renace por la mañana.
El Fénix fue considerado por griegos y egipcios como un semidiós, y según la leyenda, este ser se consume por sus propias llamas cada 500 años, para más tarde renacer de sus propias cenizas como un fénix joven y nuevo.
La tradición cristiana primitiva adoptaba al ave fénix como símbolo a la vez de la inmortalidad y de la resurrección. Se le ha visto una relación con el pájaro de fuego de la mitología aborigen américana.
Es un animal mitológico, que se pinta renaciendo de sus propias cenizas consumidas en el fuego. La forma de pintarla en heráldica es similar al águila explayada, con la particularidad de que las plumas de la cabeza son de púrpura, las del cuello de oro y las de la cola mezcla de azur y gules. Siempre estará apoyada en troncos ardiendo. Simboliza un espíritu ardiente que aspira a realizar hazañas imperecederas.
Una tradición judía afirma que el chol fue el único animal del Edén que resistió la tentación y conservó la vida eterna. Los egipcios la modificaron un poco y dieron a este ave el nombre de Fénix, vocablo que se refiere a su color rojo, considerándolo un animal fabuloso, una especie de semidiós. Este mito se extendió ampliamente entre los griegos, que le dieron el nombre de Phoenicoperus, que significa alas rojas, apelativo que se extendió por toda la Europa romana.
Durante la dominación romana, los primeros cristianos, influidos por los cultos helénicos, hicieron de esta singular criatura un símbolo viviente de la inmortalidad y de la resurrección. Otro simbolismo que se le da al ave fénix es el de la esperanza, ya que representa la esperanza que nunca debe morir en el hombre.
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